viernes, 2 de septiembre de 2011

La Gomera

Me atrevo a recomendar una peli (pues sólo dura hora y media) o un libro (porque puedes dejar de leerlo si no te gusta), pero recomendar un lugar de vacaciones ya es harina de otro costal, pues si vas de vacas por recomendación de alguien y luego no te gusta… te tiras siete días acordándote del de la recomendación.

El último sitio en donde he estado es La Gomera, y la verdad es que me ha gustado bastante. Pero tienes que saber a lo que vas. No es la mejor isla para disfrutar de la playa, ni es una isla de juergas nocturnas, ni es una isla con grandes hoteles espectaculares (alguno hay)… ¿A qué se va a La Gomera? Pues en mi opinión, a disfrutar de la naturaleza, particularmente si te gusta el senderismo, y a relajarse. (No en vano Labordeta dedicó un episodio de Un País en La Mochila a pasear por La Gomera).

La Gomera con El Teide al fondo
¿Qué hace de la Gomera una isla que merece la pena? En mi opinión los siguientes motivos (un poco de rollo teórico de contexto):
1.- El conservacionismo. Es una seña de identidad de la isla, y un orgullo de Los Gomeros, en contraste con otras Islas por todos conocidas en las que se han hecho barbaridades para aumentar su potencial turístico.
2.- Su tranquilidad. Si huyes de la masificación de una gran capital, este es tu sitio. Para hacernos una idea, la isla entera tiene aproximadamente 20.000 habitantes.
3.- Las características de la Isla. De las canarias, es la isla en la que hace más tiempo que no hay actividad volcánica (2 millones de años) lo cual ha producido que su relieve se deba principalmente a la erosión. Al ser una isla pequeña, con un máximo de casi 1500 metros y valles erosionados,  los mismos son dignos de ver por su profundidad. Si a esto le unimos el efecto del mar de nubes y su correspondiente humedad que provocan los alisios, hace que a partir de determinada altura tengamos un espectacular bosque de laurisilva (Parque Nacional de Garajonay). Tiene una gran diversidad de ecosistemas y un elevado número de especies endémicas.
4.- Y por último lo bien preparada que está para un turismo natural. Al ser una isla en las que la mayoría de las pocas carreteras que hay (pero suficientes) se han construido recientemente, las mismas no presentan grandes desniveles ni curvas peligrosas, vamos, que aunque son carreteras que bordean valles y por lo tanto para ir despacio, da gusto si te mola conducir y encima están llenas de miradores para pararse sin jugártela. En cuanto a los senderos están muy bien señalizados y preparados sin afectar al entorno.

P.N de Garajonay
Dicho esto, os podéis imaginar cual ha sido mi actividad diaria en La Gomera. Tras desayunar, me cogía el coche de alquiler con el destino diario. Iba parando disfrutando del paisaje (porque ahí sí que tiene sentido el anuncio de BMW ¿Te gusta conducir? y no en las carreteras llanas y rectas de la península) y me hacía alguna rutilla por algún sendero. Si hace mucho calor, escoges un sendero de dentro del parque nacional, que con lo frondoso que es, seguro que tienes sombra durante todo el trayecto. Luego a medio día o ya por la tarde, te vas a alguna calita a descansar. Cena en el hotel y copichuelas (esto es opcional, pero recomendable).

Me han impresionado mucho las vistas de los barrancos, el parque nacional y la niebla de los alisios. Hasta ahora yo conocía una niebla gris, que cuando te acercabas a ella desaparecía, pero que seguía rodeándote. Ésta no. Casi la puedes tocar y la ves moverse a tu alrededor. Vamos que hay veces que tienes  que agacharte porque piensas que un pedazo de nube te va a dar en la cabeza.

Playa Santiago
Allí la gente es muy sociable y enseguida entablas conversación. Los gomeros lo tienen claro, al menos con los que yo he hablado. No cambian aquello ni de coña por una capital (otra cosa es lo que tengan que hacer por trabajo), de hecho, más de uno me hablaba de alguna visita a Madrid como una experiencia muy desagradable por las prisas y la masificación. Como suele ocurrir en estos sitios, la gente le presta más atención a la gente. Tuve la oportunidad de conocer a una pareja que vivía en Playa Santiago, que era donde yo estaba alojado, pero un poco apartados, en la misma playa, en un caserón. Son un israelí y una francesa que decidieron vivir en contacto con la naturaleza y se dedican a la artesanía de las piedras semipreciosas. Muy majos y hospitalarios, me ofrecieron lo bebida, tumbonas…

Bueno, pues eso, que a mí me ha gustado mucho. Si os gusta el senderismo y la naturaleza, tened en cuenta esta opción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario