martes, 23 de abril de 2013

Irlanda


Irlanda es uno de esos sitios por los que uno tiene predilección. No sabría decir muy bien por qué, ni desde cuando… Pero es así. Siempre me ha interesado su música e historia… Y para mí es un valor añadido el que cualquier película o libro estén ambientados en Irlanda que me hace decantarme por su lectura o visionado en más de una ocasión. Estas predilecciones quizás no son muy racionales, pero tampoco importa, el caso es que a veces se dan y a mi me ocurre con este país.

Irlanda del Norte
Sin embargo, y a pesar de que viajar es uno de mis vicios, hasta ahora no se habían dado las circunstancias necesarias para visitar la isla… En muchos de mis viajes el destino surge fruto de varias coincidencias y no suelo luchar contra ello pues si algo he aprendido es que los resultados de los viajes no siempre coinciden con las expectativas y muchas veces he disfrutado mucho de algunos sitios a los que un mes antes de viajar ni si quiera me había planteado nunca ir.

Pero esta vez sí que se juntaron los astros. Junto con dos amigas viajeras, un mes antes empezamos a planificar un viaje cuyo destino iba a ser Irlanda. Bueno, lo de planificar es un decir… Pues somos un poco iguales en esto… Preferimos la planificación diaria con un aderezo de improvisación que muchas veces da los mejores resultados…

Irlanda no es un país especialmente monumental y aunque tiene costas y valles que merecen la pena tampoco es de los más increíbles en cuanto a naturaleza o parajes… Pero tiene un poco de todo y con el añadido de su música, sus pubs y sobre todo, el carácter irlandés, se convierte en un país muy interesante para el viajero.

El planteamiento para el viaje era simple. Campamento base en Dublín y un coche de alquiler. Lo demás ya iría saliendo. Por cierto, lo de conducir por la izquierda lo llevo bien, no es la primera vez que lo experimento en viajes, lo que ya no llevo tan bien es lo de ir despacito por carreterillas estrechas… Pude comprobar la teoría de que si vas rozando con el coche las paredes del camino puedes acabar con el paragolpes descolgado y la rueda reventada… En fin… Afortunadamente somos un equipo experimentado en boxes y pudimos continuar la carrera.

Dublín, Temple Bar
Dublín me gustó mucho. Por supuesto que a parte de las zonas turísticas no faltó la visita a la fábrica de Guinness o a la de Jameson… Pero lo que más me gustó fue el ambientillo de sus pubs. Normalmente el día acababa por la zona de Temple Bar, con algunas pintas y buena música. Como suele ocurrir muchas veces cuando no buscas algo es cuando más lo encuentras. Algo así me pasó la última noche, en la que buscando algo de cenar, a la vuelta encontré un bar en el que sonaba música y entré a tomar una pinta a ver que tal… Y la verdad es que fue el día que más disfruté de la música… Por Irlanda no trasnochan tanto como nosotros y normalmente la música acaba pronto para un noctámbulo como yo, sin embargó en este sitio la cosa se alargó un poco más, y claro, me tuve que involucrar y acabar bailando para bajar las pintas… Supongo que influiría para la fiestecilla el que era el día de la conmemoración del Easter Rising y que el bar era bastante nacionalista.

Por cierto, esto del nacionalismo es algo que llevan con bastante orgullo y se hace patente por todo el país, supongo que es lógico dada su historia reciente. Los que me leéis de vez en cuando sabéis que yo lo de las banderas en general lo llevo bastante regular, pues como he mencionado alguna vez yo a las personas no les miro la denominación de origen sino otros parámetros cualitativos. Pero no voy a hacer ahora debate. Si saco a colación el tema es porque me llamó la atención una conversación que tuve con un joven irlandés. El chaval se conocía toda la historia de España casi mejor que yo… El caso es que yo le escuchaba curioso y cuando le mencioné que mi padre era extremeño me habló de que el castúo no se debía perder y de que los extremeños debían luchar por fomentarlo pues si no perderían su identidad… ¿Cómo narices ha oído hablar un irlandés del castúo si la mitad de los españoles no saben ni lo que es? Me encantan estas conversaciones taberneras y las sorpresas que te pueden deparar…

Las ciudades de Cork o Galway no nos llamaron especialmente la atención. Lo mejor eran sus bares y eso también lo teníamos en Dublín así que no estuvimos mucho. Llegando a Galway me fui fijando en los carteles y constaté que es de las zonas en las que más se usa el gaélico.

Derry
Lo que me impresionó bastante fue todo lo referente a los murales políticos de la historia reciente de Derry y Belfast. No es que no me lo esperara, pues como he dicho me llama la atención la historia de Irlanda y el tema de “the troubles” es algo sobre lo que he leído bastante y dado que hay tanta filmografía al respecto, también he visto bastantes películas ambientadas en aquellos acontecimientos. Pero estar allí, verlo… al final impresiona. En Belfast contratamos un taxi negro para que nos hiciera un recorrido por la zona del conflicto. El taxista, católico, cuando vio que teníamos interés y conocimiento del tema, poco a poco se fue explayando y sacando lo que tenía dentro. La verdad es que se evidenciaba que había tenido un pasado bastante militante y que a pesar de los avances políticos por intentar establecer un marco de convivencia aún hay heridas sin cicatrizar en ambas comunidades que hacen que quede mucho camino por recorrer.

Valle de Glendalough
En cuanto a las zonas que visitamos, fueron varios los pueblecitos y algún que otro castillo. La zona de Connemara, a pesar de que tiene más fama no me resultó muy espectacular, en cambio si que me llamó la atención el valle de Glendalough. Allí sí que tenías la sensación de estar en el escenario medieval de muchas leyendas celtas y avanzabas con la cautela necesaria para no incomodar a ningún duende o no despertar a ningún espíritu errante del bosque… Aunque la zona que más me gustó con diferencia fue la costa de Irlanda del Norte por donde anduvimos un par de días. No es que haya nada insólito que no haya en otros sitios, la calzada del gigante no es tan espectacular como otras formaciones basálticas que he visto en Islandia o La Gomera, y puentes colgantes o castillos elevados hay en varios sitios… Pero encontrar todo esto junto en un paraje de costa natural con acantilados convierten la zona en un paraje con vistas excepcionales.

Castillo de Dunluce
Desgraciadamente también el clima resultó excepcional, ya que se vivió una ola de frio polar que ningún lugareño recordaba en similares fechas. De hecho nos nevó varios días. Cada vez que nos bajábamos del coche y la “suave brisa” polar acariciaba nuestros rostros pensaba en cuando hace años leí novelas sobre los periplos de la conquista antártica y pensaba en que me hubiera gustado ser protagonista… Pues bien, he cambiado de opinión.

Este clima explica que en cuanto a referencias gastronómicas del viaje si de algo puedo hablaros es de sopas. Al menos caían dos al día y es que era lo primero que te apetecía pedir cada vez que entrabas a un sitio, pero poco más puedo decir de ellas, salvo que estaban muy buenas, porque fueron tantas las consumidas que ya ni recuerdo cuales me gustaron más o menos… Lo que sí que recuerdo que me gustó mucho fue el estofado irlandés. Es un estofado de cordero con cebolla y patata y resultó un todo un descubrimiento.

He dejado para el final la referencia a la cerveza… Ciertamente, una guinness o una murphys te la puedes pedir en cualquier país y aunque es verdad que allí la saben servir justa de presión y espuma, también se pueden encontrar algunos pubs por aquí en que saben servirla… Pues bien, a pesar de todo eso, no tiene nada que ver. Ya sé que no es racional y no tiene lógica, pero es así, no es lo mismo. El ambiente, saber donde estás… Se disfruta de manera distinta y como digo hasta te sabe distinta. Puede que sea un romántico para estas cosas, pero así fue.

Bueno, pues hasta aquí la crónica del reportero más dicharachero Barrio Sésamo. Éstas fueron mis impresiones, más o menos, de este último viaje… Os recomiendo el país si disfrutáis de la hospitalidad y del ambiente de un pub al calor de la música mientras degustáis una cerveza, no se me ocurre mejor sitio para ello. Eso sí, mirad antes que no haya otra racha de frio polar de esas si no queréis sentiros como el pobre capitán Scott.