miércoles, 21 de septiembre de 2011

El Rey de las Almadrabas

El rey de las Almadrabas (2000) de Carlos Algora Alba.

Es raro que compre un libro sin haber leído antes algo de él o que me lo hayan recomendado. Normalmente, tengo tantas cosas pendientes de leer y comprar que si compro alguna, es alguna de ellas. Sin embargo, no puedo evitar cada vez que paso por una librería y tengo algo de tiempo, ponerme a echar un vistazo a las secciones de libros que me gustan, y alguna vez sí que he comprado algún libro sólo por haberlo descubierto en la tienda y cuando posteriormente lo he leído, el resultado ha sido desigual.

Eso me pasó con El Rey de las Almadrabas, que compré sólo porque me convenció cuando lo vi en la librería y en este caso, el resultado cuando lo leí fue muy satisfactorio.

Es una novela histórica ambientada en la España del siglo XVII, una España en decadencia, llegando al fin de una época. El autor describe los sucesos que ocurren en este final de la dinastía de los Austrias, la sublevación de Cataluña, la independencia de Portugal, la conspiración para crear un reino independiente en Andalucía comandada por el duque de Medina-Sidonia…

Para ello el autor utiliza un recurso muy recurrente en la novela histórica, pero no siempre bien llevado por los diferentes escritores; el de recurrir a un personaje inventado que es el protagonista de la historia y que se las apaña para conseguir tanto relacionarse con algunos de los personajes históricos protagonistas del momento, como para estar en los lugares relevantes de los acontecimientos más importantes. Este personaje es Hernán, un pícaro del arenal Sevillano, que se las arregla, gracias a su habilidad, para acabar trabajando como agente del Duque de Medina-Sidonia.

A pesar de que no la considero de las mejores novelas históricas que me he leído, es una novela que recomiendo cuando hablo con alguien del tema. Los motivos son varios. El primero es que la trama está bien hilada y resulta creíble, a pesar de que aprovecha para tratar temas muy distintos de lo que ocurría por entonces en España,  y esto es algo que no siempre ocurre cuando los escritores se deciden a mezclar historia con novela. El segundo es porque la época en sí, la España de ese siglo, se presta para hacer novelas, pues no faltaban intrigas y conspiraciones que darían para infinitos argumentos. El tercero porque el autor se las ingenia para hacer una de esas novelas en que la línea de interés se mantiene constante y es por tanto uno de esos libros que estás deseando volverte a poner a leer para retomarlo en donde lo dejaste la última vez. Y por último, pero quizás lo que más me gustó, porque en las descripciones que se hacen de los lugares y su forma de vida, este autor roza momentos sobresalientes, hasta el punto en que consigues meterte dentro del ambiente picaresco que se respiraba en los pueblos gaditanos que se dedicaban al atún, para mí lo mejor del libro.

Lo dicho, una recomendación para el que no se lo haya leído y quiera añadirlo a su lista de pendientes.

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