Ojos de Agua (2006)
De Domingo Villar. En original Ollos de auga.
Es un poco imperdonable que
siendo tan aficionado a la novela negra no me haya leído aún La Playa de los Ahogados, pero suelo ser
una persona bastante tolerante en lo que a mí respecta y me perdono casi todo.
Tengo la costumbre de tener una lista de lecturas, películas o series
pendientes, que van cayendo poco a poco, y no me preocupa mucho si ésta es muy
larga, pues siempre he pensado que no hay que hacer de los hobbies una
obligación, que ya tenemos bastantes…
Así que poco a poco, esta lectura
ha ido avanzando en la lista de pendientes hasta que le tocó el turno, pero
entonces se me encendió la luz de alarma, o a lo mejor no era de alarma, yo que
sé, últimamente veo luces, sombras y cosas rasas... yo lo achaqué a que La playa de los ahogados es el segundo caso
del inspector Leo Caldas, y un enfermo del método y el orden como yo, no podía
adentrarse en la lectura del segundo caso de un inspector sin haber leído antes
el primero. Qué le vamos a hacer, uno es así, me lo tengo que mirar algún día.
O quizás solo tengo que echarle valentía y probar qué pasa si me salto el orden
en estas cosas alguna vez… Quizás no se abra la tierra en dos para engullirnos
y no se acabe el mundo por que alguna vez me salte el orden de las sagas de
detectives, pero de momento no me he sido tan atrevido y he seguido mi método
habitual… Por ello acabo de leerme el primer caso del inspector Leo Caldas, Ojos de Agua.
La verdad es que me ha gustado
bastante y creo que este inspector se va a convertir en uno de los asiduos de
mis sagas novelescas. El personaje no aporta nada nuevo, mantiene la fidelidad
al estereotipo de los protagonistas de la novela negra, experimentado,
inteligente, observador, intuitivo, ligeramente amargado, divorciado… Vamos, lo
que todos los seguidores esperamos de un buen protagonista de este género.
La trama es bastante buena,
guarda todos los ingredientes para mantener el interés del lector, incluido el
típico giro final. Quizás se hecha en falta la excesiva casualidad de la
evolución en la investigación, por ejemplo, tras un crimen, en lugar de
interrogar a los vecinos, que sería lo lógico por si alguien ha visto algo,
esto se obvia y el inspector decide investigar a las distribuidoras de formol,
esto no tiene mucha lógica pues es un producto bastante accesible para
cualquiera, pero qué le vamos a hacer… Resulta que gracias a eso de desenreda
todo… en fin, se lo perdonaremos pues es un mal muy común en casi todas las
novelas de este tipo, común y seguramente necesario para no aburrir al lector
con los devenires lógicos de cualquier investigación que no conducen a nada.
No faltan las chispas de ingenio
e incluso de cierto humor negro del autor. En muchos de los casos gracias al
personaje Rafael Estévez. Si bien es viejo el recurso de que el personaje
principal tenga un acompañante protagonista en las situaciones de cierto humor
o desenfado… no es menos cierto que es un recurso muy acertado si se sabe
utilizar con habilidad y aquí ocurre así. Estévez es un maño para el que como
se describe en la novela “las cosas o son
o no son” y ello, su falta de paciencia y su temperamento impulsivo dan
para mucho juego con el carácter ambiguo de los gallegos con el que tiene que
interactuar.
Teniendo a Vigo como ciudad
protagonista, el colorido, el clima, el ambiente… es el ideal para la novela
negra. Basta con que el autor haga dos o tres menciones mínimas con respecto al
clima o la luz y la imaginación del lector ya hace el resto.
Finalizo diciendo que no faltan
las referencias culinarias a los gustos del inspector protagonista. Ya os he
dicho que se mantiene fidelidad a los estereotipos del género y en esto el
inspector Caldas no podía ser menos. Eso sí, tratándose de un inspector gallego
en Vigo, las referencias serán las exquisiteces típicas de tierras gallegas,
sólo no recomendables para quienes estén preocupados por su ácido úrico.
Ya os iré comentando mis próximas
lecturas del bueno de Caldas.
Pues yo al revés. Me he leido la playa de los ahogados y ahora quiero leerme este. La playa de los ahogados está genial.
ResponderEliminarMe gustó eso de que las aficiones o los placeres no se han de convertir en una obligación... a menudo vas coleccionando "deberes" que has de visionar o leer y parece que si no terminas haciéndolo no estás actuando bien... tengamos relax y disfrutemos...
ResponderEliminarHunter Rock: Pues nos emplazamos a leernos el que nos queda a cada uno e intercambiar opiniones ;)
ResponderEliminarPues sí, porque hasta la actividad más placentera deja de serlo cuando se convierte en obligación... Así que sin obligaciones!!! (Las peores son las obligaciones sociales. Estas muchas veces vienen por cortesía con los demás, pero la gente no debería apreciar a nadie por que adquieras obligaciones con ellos, sino por que hagas las cosas con espontaneidad... Bueno, ya empiezo otro debate... Lo dejo aquí)
ResponderEliminarBesos!!!!
Si, me he librado de muchas de esas obligaciones sociales que comentas, pero algunas personas si parece que te valoran por ellas, porque cuando no las cumples comienzan a distanciarse... pero es que hay situaciones en las que uno se pregunta qué diablos hace ahi... y la vida es muy corta para estar pediendo el tiempo así...
ResponderEliminarPues así es señorita Uve... y si alguien solo te valora por el cumplimiento de ciertas obligaciones absurdas es el momento de plantearnos si no somos nosotros los que debemos dejar de valorarles a ellos...
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