miércoles, 14 de noviembre de 2012

California


Bueno, pues como prometí que os comentaría a mi vuelta que tal me había ido en mi último viaje y suelo cumplir casi siempre las promesas que hago sobrio… Vamos a ello…

He estado algunos días en California  (bueno, también en Nevada y Arizona para ver Las Vegas y el Gran Cañón, pero casi todo el resto por sitios de California…) y la verdad es que ha sido un viaje increíble que he saboreado muchísimo. No era la primera vez que estaba en USA, pero nunca había estado en la costa oeste.

El viaje surgió hace ya tiempo entre varios y después de que si yo voy, que si yo no voy… al final los finalistas fuimos una amiga y yo así que hemos sido finalmente dos los agraciados con el reintegro.

Dado que por las fechas no parecía que fuera a haber problemas para el alojamiento, el viaje lo planificamos en plan “Dios proveerá”, que es una fórmula que disfruto bastante en los viajes por el componente de aventurilla que incluye y por ello lo único que llevábamos reservado (a parte del avión de ida y vuelta, claro) era el primer alojamiento (por aquello de que te lo piden en el control de aduana) y el coche de alquiler (por aquello de que era más barato anticiparlo con descuento). Para el resto contábamos con encontrar alojamiento allí donde la ruta nos deparara pernocta.

Death Valley
La “planificación” incluía llegar a San Francisco, de aquí, ir a los parques nacionales de Yosemite, King Canyon, Sequoia y Death Valley, luego ir a Las Vegas, al Gran Canyon y finalizar en Los Angeles pasando antes si nos daba tiempo por San Diego. No teníamos muy pensado cuanto pasar en cada sitio, ni si nos daría tiempo a todo, sino que dejaríamos que el viaje fuera deambulando según nuestro parecer y al final sí que nos ha dado tiempo a todo. Los únicos sitios en que hicimos dos noches fueron San Francisco y San Diego. El no llevar los alojamientos planificados ha sido uno de los factores que ha contribuido al éxito de viaje. Ello te permite disfrutar de la aventurilla de pensar que no vas a encontrar alojamiento, (como nos pasó una noche en un pueblo del que no recuerdo el nombre entre Wine County y Yosemite) y cambiar planes sobre la marcha si algo te gusta, (como hicimos cuando decidimos pasar dos noches en San Diego).

Otro de los éxitos del viaje ha sido sin duda la compañía. Como ya os he comentado alguna vez, hace un tiempo que descubrí que viajar sólo tiene muchas ventajas. Viajar con amistades es siempre delicado ya que no es lo mismo estar de farra tomando unas copas en cuyo caso todos somos gente sociable y nos ponemos rápidamente de acuerdo, que convivir varios días, en cuyo caso a veces surgen divergencias que si no se saben tratar pueden condicionar un viaje. En cambio he descubierto que yo a mi mismo me soporto muy bien, rara vez discuto conmigo  y suelo aceptar todo aquello que propongo como la mejor opción. Por ello si has de viajar con alguien es necesaria la compatibilidad viajera. ¿Cómo se hace esto? Pues bien, yo tengo mi propia formula. En algunas revistas de psicología a lo mejor os proponen ver si os gustan los mismos colores o que tres cosas os llevaríais a una isla desierta… Creedme, eso no vale para nada. Lo fundamental es que coincidáis en gustos musicales. En mi caso para este viaje, en el que íbamos a pasar tiempo en el coche, era imprescindible que coincidiéramos en música americana, blues, rock y country, y en el elevado volumen de la misma. Esto con mi amiga, una buena rockera, lo tenía asegurado. Se confirmó el primer día cuando sonando una canción de los Rolling subió el volumen y me dijo… “que buena, con esta canción a todo volumen di cinco vueltas de campana…” Ahí ya vi que el viaje empezaba bien, pero tuve la confirmación cuando un día yendo de copiloto me agaché a coger un papel comentando que nos habíamos pasado el desvío y cuando elevé la cabeza estábamos cambiando cinco carriles de golpe en perpendicular a la dirección en medio del tráfico de Las Vegas para coger el desvío. Ahí supe que nos entenderíamos. A partir de ahí, como digo, si os gusta la misma música en el coche, y no hay riesgos de que salga un Alejandro Sanz cuando te descuides, lo de horarios, comidas, sitios a donde ir, etc. son trivialidades en las que es fácil ponerse de acuerdo. Bueno, fuera de bromas, creo que la compañía en los viajes es fundamental para saborearlos y he tenido mucha suerte de coincidir con mi amiga, otra viajera con gustos parecidos a los míos.

De las ciudades no puedo hacer un balance uniforme, las hay que me han gustado mucho y las hay que no tanto.


San Francisco
San Francisco me ha encantado. Es una ciudad de esas en que creo que podría vivir. La verdad es que no se por qué me hago esta pregunta cuando voy por ahí de viaje, pero para mí es como la prueba del algodón. Y San Francisco ha sido una de ellas. Es una ciudad con muchos barrios distintos cada uno con su encanto. Visitar algunos de los sitios más turísticos es especial en esta ciudad, sobre todo en sitios como el Golden Gate o Alcatraz que tantas veces has visto en las películas. A mí en cuanto a barrios me gustó mucho el barrio italiano, por su ambientillo nocturno para tomarse algo o cenar… Las famosas cuestas que se ven en la tele, no son un problema de perspectiva, son reales, por lo que si sois de los que os gusta recorreros las ciudades en bici, aquí es mejor que descartéis esa opción a no ser que tengáis los gemelos de Induráin. En San Francisco pasamos dos noches en un hotel de Chinatown, lo cual es una buena opción pues se haya en el centro de todo el meollo y te permite ir andando a casi todos los sitios. Eso sí, ha sido el sitio en el que pasé más frio por la noche. Parece ser que en el hotel tenían la bonita costumbre de abrirte la ventana todo el día para que la habitación no alcanzara una temperatura razonable en toda la noche. Qué le vamos a hacer.

Las Vegas
Las Vegas es una ciudad totalmente distinta a todo lo que yo había conocido. Ni me ha sorprendido ni me ha decepcionado. Simplemente es como yo me la esperaba. He de reconocer que tenía muchas ganas de pasear entre los neones del escenario de tantas películas… en especial de Leaving Las Vegas, una de mis películas favoritas de todos los tiempos… No sé que contar de Las Vegas que no sea obvio… Sí, es todo lo que sabéis de vicio y perversión… Todo ello con luces de colores, fuentes y recreaciones bonitas… Pero vicio, mucho vicio (juego, alcohol, prostitución), con lujo, mucho lujo… Al final mi compañera y yo nos dedicamos una hora a jugar un ratillo a la ruleta. He de decir, con orgullo, que después de estar una horilla apostando, no perdimos dinero, aunque las ganancias no nos dieron ni para una copa. Mi amiga y yo teníamos dos métodos distintos. Yo calculaba el logaritmo neperiano en base a una matriz de probabilidades traspuesta e invertida a la probabilidad… (o algo así). Ella ponía las fichas y se olvidaba de donde las había puesto, con lo cual cuando le tocaba se llevaba una alegría… En fin, los dos métodos dieron igual resultado, lo cual demuestra que en esto de los juegos de azar, la palabra azar juega su papel más que cualquier otra posibilidad de método… El hotel era de lujo con unas vistas acristaladas en la habitación a un espectáculo de agua, luz y sonido que debía de parecerles bien a la mayoría de los huéspedes, pero a mí lo que más me gustó fue el control automático de las distintas cortinas, con las que estuve jugando un rato hasta cerciorarme de todas las combinaciones de cierre y apertura posibles.

San Diego
San Diego me resultó una grata sorpresa. Quizás porque era la menos conocida. Tiene dos o tres barrios muy chulos para pasear y sobre todo para tomarse algún que otro refrigerio nocturno escuchando música en vivo, como el barrio de Gaslamp Quarter, en donde tuvimos oportunidad de escuchar a distintos grupillos con suerte dispar (A uno de ellos le nominamos rápidamente, pero el último llegó a la final por unanimidad del jurado).

Lo que me decepcionó bastante fue Los Ángeles. La verdad es que la cosa ya perdió glamour cuando llegando a Hollywood observé que al famoso cartel le faltaba la Y y claro, HOLL WOOD no queda chulo en las fotos… El famoso boulevard de las estrellitas en el suelo… No es más que eso… Una calle con estrellitas en el suelo, pero una calle normalita, por ser benévolo, la calle que tenemos dedicada a AC/DC en mi pueblo tiene más glamour… Como todo el mundo te recomienda visitar los decorados de los estudios Universal, allí que fuimos ni cortos ni perezosos. La visita consiste en que tras cobrarte 80 dólares te montan en un trenecito con un hombre al micrófono con vocación de Matías Prats que se va parando en distintos decorados exteriores en los que te explica que películas se rodaron ahí y luego para darle emoción al tema hacen alguna recreación en la que el factor común de todas ellas es que siempre se las apañan para tirarte agua encima (con especial énfasis en el sitio en el que yo me sentaba). Esto supongo que debe ser agradable en verano, pero en noviembre, cuando te has dejado el abrigo en el coche, el ejercicio resulta temerario para alguien como yo que en su inconsciencia va en mangas de camisa y tiene ya una edad en que los riñones solo se sienten agradecidos al calor de un edredón nórdico. En cambio lo que si me gustó mucho fue Malibu y Santa Mónica, donde finalmente hicimos noche y tuvimos oportunidad de disfrutar del ambientillo nocturno.

Death Valley
Me impactaron muchísimo los parques nacionales. Yosemite es espectacular por su belleza, King Canyon and Sequoia son un enorme bosque en el que las protagonistas son las secuoyas, la verdad es que son secuoyas tan grandes que la perspectiva visual te engaña y no te das cuenta del tamaño real hasta que no te ves en la foto que te has hecho al lado del arbolito. Grand Canyon es como en las películas, increíble por más que lo ves… Aquí hicimos la típica ruta en helicóptero por dentro del cañón que creo que fue un acierto pues te permite un recorrido en el que se aprecia en toda su inmensidad. Sin embargo el parque nacional que más me sorprendió fue el Death Valley. Quizás influya que fuera sobre el que menos había visto o leído, no lo se, pero me resultó espectacular. Es un paisaje desértico y lunar con zonas de sal, de roca, de dunas…. Tiene un tramo que está por debajo del nivel del mar. Recuerdo que en una de las paradas que hicimos en el centro del valle, nada más bajarnos del coche empezamos a notar un calor insoportable. Yo me aventuré diciendo que debíamos estar a cerca de 40ºC y comentamos que era muy raro tanto calorcillo. Posteriormente me he enterado de que el Death Valley además de ser el sitio más desértico y caluroso de Norteamérica es también el lugar del planeta en donde se registra la temperatura media más elevada por un fenómeno de microclima. Teniendo en cuenta que la anchura del valle es de 200km, que está seco y que puede alcanzar los 57ºC… no me extraña el final que debían tener hace siglos los que se aventuraban en él a caballo… y en consecuencia, el nombre que le pusieron.

On route
A parte de las ciudades y los parques nacionales disfruté mucho de la ruta en coche. Evidentemente hay parte del trayecto que transcurre por autopistas que no son especialmente atractivas, pero no faltan las típicas carreteras totalmente rectas que se pierden en horizonte atravesando desérticas llanuras. Resulta muy auténtico. He de confesar, que le debemos parte del éxito de nuestra orientación a la tecnología, pues renunciamos al encanto de los mapas por el pragmatismo del GPS. Aun así, no pudimos evitar caer en un bucle espaciotemporal en una zona de granjas en la que por más que avanzábamos siempre y aparentemente en la misma dirección parecía que siempre volvíamos a pasar por la misma granja. Al final, nos detuvimos en una casa a intentar orientarnos y muy amablemente el bueno de McAllister salió de la casa y se ofreció a orientarnos. A pesar de que la mitología dice que los hombres tenemos algún gen extraño que no nos permite aceptar que nos hemos perdido y pedir ayuda, me tragué mi orgullo masculino (si es que alguna vez lo he tenido) y le pedimos orientación. Con un acento profundo con el que no entendimos nada nos indicó el camino correcto y gracias a esta explicación no tuvimos mayores problemas para volvernos a perder en cuanto reemprendimos la marcha. No sé describir en dónde radica exactamente el atractivo de estas rutas o si es solamente una influencia de las road movies, pero el caso es que soy de los que disfruta de este tipo de cosas…

Wine Country
Esta vez no voy a elogiar la gastronomía del viaje. La verdad es que a no ser que tengáis curiosidad por saber de cuantas maneras se pueden desayunar unos huevos o con cuantos ingredientes puede venir una hamburguesa, la gastronomía, salvo contadas excepciones, no dio para más. El vino en cambio sí que está bien. Una tarde nos fuimos por la zona de Wine Country. Merecía la pena ver el color amarillo de los viñedos por las hojas secas tras la vendimia. Allí, en las bodegas, por unos 15$ te ofrecen catas de vinos de los cuales, aunque con distinto veredicto, todos merecen el aprobado. Además sale barato si como a nosotros se les olvida cobrarte (entiendo que como señal de amabilidad por su parte), gesto ante el que no pusimos ningún pero en señal de respeto a las costumbres locales.

Bueno, lo voy a dejar aquí que me estoy extendiendo en detalles y en el fondo no hace falta extenderse tanto para concluir que sin duda es un viaje que merece la pena. Ha superado con creces todas mis expectativas, que ya eran altas… Volveré a hacer otra rutilla…

Por cierto... Esto del jet lag... ¿Era necesario?

5 comentarios:

  1. Deberían gustarte menos tus viajes. Das bastante envidia a quienes no podemos viajar tanto. De todas formas, nos alegramos de que te lo pases bien. Supongo. :)

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  2. Se que te alegras sin suposiciones... Y no te quejes tanto que todo es proponérselo al precio y la frecuencia de cada uno. Reconozco que lo de viajar es un poco vicio... Algunos dicen que para permitirse unos vicios hay que sacrificar otros... Yo en cambio pienso que es sólo cuestión de caer en todos los baratos... Para que no te quede tiempo para los caros...

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  3. Esta "movie entrada" ha sido una excelente carta de presentación y si encima narras el viaje de mi vida¡pues que decirte! que me has afirmado mucho más en mi propósito.
    Saludos desde Tenerife y espero seguir a tus palabras allá donde vayas en la realidad o en la ficción.
    http://gofioconmiel.blogspot.com.es/

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  4. Menudos viajes que se pega usted... me ha gustado mucha esta entrada, por la foma en que cuentas las cosas y esos toquecitos de humor tan a lo Urbanita, que ya nos vamos conociendo ;). Como he podido observar, bueno más leer que observar, ya has cumplido el capricho de visitar Las Vegas, de modo que ya puedo arrasarla y reducirla a cenizas sin el más mínimo atisbo de arrepentimiento... Desconocía que el famoso rótulo careciera de su letra Y, ¿no tendrá algo que ver en ello Mario Vaquerizo? pues le ví en la tele no hace mucho, por la zona, borracho perdido, bueno, como va siempre... que pena, todo el glamour perdido para siempre. Son bastante cutres estos americanos, que no me digan que una i griega cuesta tanto coño... Al simpático señor del agua le deberías haber aplicado una buena dosis de su medicina seguido de un "¿a que jode? ¿eh?". Me alegra que hayas disfrutado de tu road movie particular, ya verás cuando se entere Frankie de todo ésto, le va a encantar. Saludos a tu compañera rockera, que segurísimo es más animada que tu amiga del parque. Besitos :)

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  5. Gloria: Bienvenida!!! Encantado de que me sigas cuando quieras y si haces el viaje de tu vida no olvides darnos envidia...
    Señorita Uve: Las Vegas queda a su disposición. Yo ya he hecho lo que tenía que hacer. Efectivamente lo de la letra Y fue algo inesperado... Pero creo que sobreviviré al trauma. Por su puesto saludaré a mi compañera rockera de su parte y como siempre... ha sido un placer encontrarla por aquí a mi vuelta.

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