Bueno, pues como prometí que os
comentaría a mi vuelta que tal me había ido en mi último viaje y suelo cumplir casi
siempre las promesas que hago sobrio… Vamos a ello…
He estado algunos días en
California (bueno, también en Nevada y
Arizona para ver Las Vegas y el Gran Cañón, pero casi todo el resto por sitios
de California…) y la verdad es que ha sido un viaje increíble que he
saboreado muchísimo. No era la primera vez que estaba en USA, pero nunca había
estado en la costa oeste.
El viaje surgió hace ya tiempo
entre varios y después de que si yo voy, que si yo no voy… al final los
finalistas fuimos una amiga y yo así que hemos sido finalmente dos los
agraciados con el reintegro.
Dado que por las fechas no parecía
que fuera a haber problemas para el alojamiento, el viaje lo planificamos en
plan “Dios proveerá”, que es una fórmula que disfruto bastante en los viajes
por el componente de aventurilla que incluye y por ello lo único que llevábamos
reservado (a parte del avión de ida y vuelta, claro) era el primer alojamiento
(por aquello de que te lo piden en el control de aduana) y el coche de alquiler
(por aquello de que era más barato anticiparlo con descuento). Para el resto
contábamos con encontrar alojamiento allí donde la ruta nos deparara pernocta.
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Death Valley |
La “planificación” incluía llegar
a San Francisco, de aquí, ir a los parques nacionales de Yosemite, King Canyon,
Sequoia y Death Valley, luego ir a Las Vegas, al Gran Canyon y finalizar en Los
Angeles pasando antes si nos daba tiempo por San Diego. No teníamos muy pensado
cuanto pasar en cada sitio, ni si nos daría tiempo a todo, sino que dejaríamos
que el viaje fuera deambulando según nuestro parecer y al final sí que nos ha
dado tiempo a todo. Los únicos sitios en que hicimos dos noches fueron San
Francisco y San Diego. El no llevar los alojamientos planificados ha sido uno
de los factores que ha contribuido al éxito de viaje. Ello te permite disfrutar
de la aventurilla de pensar que no vas a encontrar alojamiento, (como nos pasó
una noche en un pueblo del que no recuerdo el nombre entre Wine County y
Yosemite) y cambiar planes sobre la marcha si algo te gusta, (como hicimos
cuando decidimos pasar dos noches en San Diego).
Otro de los éxitos del viaje ha
sido sin duda la compañía. Como ya os he comentado alguna vez, hace un tiempo
que descubrí que viajar sólo tiene muchas ventajas. Viajar con amistades es
siempre delicado ya que no es lo mismo estar de farra tomando unas copas en
cuyo caso todos somos gente sociable y nos ponemos rápidamente de acuerdo, que
convivir varios días, en cuyo caso a veces surgen divergencias que si no se
saben tratar pueden condicionar un viaje. En cambio he descubierto que yo a mi
mismo me soporto muy bien, rara vez discuto conmigo y suelo aceptar todo aquello que propongo
como la mejor opción. Por ello si has de viajar con alguien es necesaria la compatibilidad viajera. ¿Cómo se hace esto? Pues bien, yo tengo mi propia formula. En
algunas revistas de psicología a lo mejor os proponen ver si os gustan los
mismos colores o que tres cosas os llevaríais a una isla desierta… Creedme, eso
no vale para nada. Lo fundamental es que coincidáis en gustos musicales. En mi
caso para este viaje, en el que íbamos a pasar tiempo en el coche, era
imprescindible que coincidiéramos en música americana, blues, rock y country, y
en el elevado volumen de la misma. Esto con mi amiga, una buena rockera, lo
tenía asegurado. Se confirmó el primer día cuando sonando una canción de los
Rolling subió el volumen y me dijo… “que buena, con esta canción a todo volumen
di cinco vueltas de campana…” Ahí ya vi que el viaje empezaba bien, pero tuve
la confirmación cuando un día yendo de copiloto me agaché a coger un papel comentando
que nos habíamos pasado el desvío y cuando elevé la cabeza estábamos cambiando
cinco carriles de golpe en perpendicular a la dirección en medio del tráfico de
Las Vegas para coger el desvío. Ahí supe que nos entenderíamos. A partir de
ahí, como digo, si os gusta la misma música en el coche, y no hay riesgos de
que salga un Alejandro Sanz cuando te
descuides, lo de horarios, comidas, sitios a donde ir, etc. son trivialidades
en las que es fácil ponerse de acuerdo. Bueno, fuera de bromas, creo que la
compañía en los viajes es fundamental para saborearlos y he tenido mucha suerte
de coincidir con mi amiga, otra viajera con gustos parecidos a los míos.
De las ciudades no puedo hacer un
balance uniforme, las hay que me han gustado mucho y las hay que no tanto.
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San Francisco |
San Francisco me ha encantado. Es
una ciudad de esas en que creo que podría vivir. La verdad es que no se por qué
me hago esta pregunta cuando voy por ahí de viaje, pero para mí es como la
prueba del algodón. Y San Francisco ha sido una de ellas. Es una ciudad con
muchos barrios distintos cada uno con su encanto. Visitar algunos de los sitios
más turísticos es especial en esta ciudad, sobre todo en sitios como el Golden
Gate o Alcatraz que tantas veces has visto en las películas. A mí en cuanto a
barrios me gustó mucho el barrio italiano, por su ambientillo nocturno para
tomarse algo o cenar… Las famosas cuestas que se ven en la tele, no son un
problema de perspectiva, son reales, por lo que si sois de los que os gusta
recorreros las ciudades en bici, aquí es mejor que descartéis esa opción a no
ser que tengáis los gemelos de Induráin. En San Francisco pasamos dos noches en
un hotel de Chinatown, lo cual es una buena opción pues se haya en el centro de
todo el meollo y te permite ir andando a casi todos los sitios. Eso sí, ha sido
el sitio en el que pasé más frio por la noche. Parece ser que en el hotel
tenían la bonita costumbre de abrirte la ventana todo el día para que la
habitación no alcanzara una temperatura razonable en toda la noche. Qué le
vamos a hacer.
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Las Vegas |
Las Vegas es una ciudad
totalmente distinta a todo lo que yo había conocido. Ni me ha sorprendido ni me
ha decepcionado. Simplemente es como yo me la esperaba. He de reconocer que
tenía muchas ganas de pasear entre los neones del escenario de tantas
películas… en especial de Leaving Las Vegas, una de mis películas favoritas de
todos los tiempos… No sé que contar de Las Vegas que no sea obvio… Sí, es todo
lo que sabéis de vicio y perversión… Todo ello con luces de colores, fuentes y
recreaciones bonitas… Pero vicio, mucho vicio (juego, alcohol, prostitución),
con lujo, mucho lujo… Al final mi compañera y yo nos dedicamos una hora a jugar
un ratillo a la ruleta. He de decir, con orgullo, que después de estar una
horilla apostando, no perdimos dinero, aunque las ganancias no nos dieron ni
para una copa. Mi amiga y yo teníamos dos métodos distintos. Yo calculaba el
logaritmo neperiano en base a una matriz de probabilidades traspuesta e
invertida a la probabilidad… (o algo así). Ella ponía las fichas y se olvidaba
de donde las había puesto, con lo cual cuando le tocaba se llevaba una alegría…
En fin, los dos métodos dieron igual resultado, lo cual demuestra que en esto
de los juegos de azar, la palabra azar juega su papel más que cualquier otra
posibilidad de método… El hotel era de lujo con unas vistas acristaladas en la
habitación a un espectáculo de agua, luz y sonido que debía de parecerles bien
a la mayoría de los huéspedes, pero a mí lo que más me gustó fue el control
automático de las distintas cortinas, con las que estuve jugando un rato hasta
cerciorarme de todas las combinaciones de cierre y apertura posibles.
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San Diego |
San Diego me resultó una grata
sorpresa. Quizás porque era la menos conocida. Tiene dos o tres barrios muy
chulos para pasear y sobre todo para tomarse algún que otro refrigerio nocturno
escuchando música en vivo, como el barrio de Gaslamp Quarter, en donde tuvimos
oportunidad de escuchar a distintos grupillos con suerte dispar (A uno de ellos
le nominamos rápidamente, pero el último llegó a la final por unanimidad del
jurado).
Lo que me decepcionó bastante fue
Los Ángeles. La verdad es que la cosa ya perdió glamour cuando llegando a
Hollywood observé que al famoso cartel le faltaba la Y y claro, HOLL WOOD no
queda chulo en las fotos… El famoso boulevard de las estrellitas en el suelo…
No es más que eso… Una calle con estrellitas en el suelo, pero una calle
normalita, por ser benévolo, la calle que tenemos dedicada a AC/DC en mi pueblo
tiene más glamour… Como todo el mundo te recomienda visitar los decorados de
los estudios Universal, allí que fuimos ni cortos ni perezosos. La visita
consiste en que tras cobrarte 80 dólares te montan en un trenecito con un
hombre al micrófono con vocación de Matías Prats que se va parando en distintos
decorados exteriores en los que te explica que películas se rodaron ahí y luego
para darle emoción al tema hacen alguna recreación en la que el factor común de
todas ellas es que siempre se las apañan para tirarte agua encima (con especial
énfasis en el sitio en el que yo me sentaba). Esto supongo que debe ser
agradable en verano, pero en noviembre, cuando te has dejado el abrigo en el
coche, el ejercicio resulta temerario para alguien como yo que en su
inconsciencia va en mangas de camisa y tiene ya una edad en que los riñones
solo se sienten agradecidos al calor de un edredón nórdico. En cambio lo que si
me gustó mucho fue Malibu y Santa Mónica, donde finalmente hicimos noche y
tuvimos oportunidad de disfrutar del ambientillo nocturno.
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Death Valley |
Me impactaron muchísimo los
parques nacionales. Yosemite es espectacular por su belleza, King Canyon and
Sequoia son un enorme bosque en el que las protagonistas son las secuoyas, la
verdad es que son secuoyas tan grandes que la perspectiva visual te engaña y no
te das cuenta del tamaño real hasta que no te ves en la foto que te has hecho
al lado del arbolito. Grand Canyon es como en las películas, increíble por más
que lo ves… Aquí hicimos la típica ruta en helicóptero por dentro del cañón que
creo que fue un acierto pues te permite un recorrido en el que se aprecia en
toda su inmensidad. Sin embargo el parque nacional que más me sorprendió fue el
Death Valley. Quizás influya que fuera sobre el que menos había visto o leído,
no lo se, pero me resultó espectacular. Es un paisaje desértico y lunar con
zonas de sal, de roca, de dunas…. Tiene un tramo que está por debajo del nivel
del mar. Recuerdo que en una de las paradas que hicimos en el centro del valle,
nada más bajarnos del coche empezamos a notar un calor insoportable. Yo me
aventuré diciendo que debíamos estar a cerca de 40ºC y comentamos que era muy
raro tanto calorcillo. Posteriormente me he enterado de que el Death Valley
además de ser el sitio más desértico y caluroso de Norteamérica es también el
lugar del planeta en donde se registra la temperatura media más elevada por un
fenómeno de microclima. Teniendo en cuenta que la anchura del valle es de
200km, que está seco y que puede alcanzar los 57ºC… no me extraña el final que
debían tener hace siglos los que se aventuraban en él a caballo… y en
consecuencia, el nombre que le pusieron.
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On route |
A parte de las ciudades y los
parques nacionales disfruté mucho de la ruta en coche. Evidentemente hay parte
del trayecto que transcurre por autopistas que no son especialmente atractivas,
pero no faltan las típicas carreteras totalmente rectas que se pierden en
horizonte atravesando desérticas llanuras. Resulta muy auténtico. He de
confesar, que le debemos parte del éxito de nuestra orientación a la tecnología,
pues renunciamos al encanto de los mapas por el pragmatismo del GPS. Aun
así, no pudimos evitar caer en un bucle espaciotemporal en una zona de granjas
en la que por más que avanzábamos siempre y aparentemente en la misma dirección
parecía que siempre volvíamos a pasar por la misma granja. Al final, nos
detuvimos en una casa a intentar orientarnos y muy amablemente el bueno de McAllister
salió de la casa y se ofreció a orientarnos. A pesar de que la mitología dice
que los hombres tenemos algún gen extraño que no nos permite aceptar que nos
hemos perdido y pedir ayuda, me tragué mi orgullo masculino (si es que alguna
vez lo he tenido) y le pedimos orientación. Con un acento profundo con el que
no entendimos nada nos indicó el camino correcto y gracias a esta explicación
no tuvimos mayores problemas para volvernos a perder en cuanto reemprendimos la
marcha. No sé describir en dónde radica exactamente el atractivo de estas rutas
o si es solamente una influencia de las road
movies, pero el caso es que soy de los que disfruta de este tipo de cosas…
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Wine Country |
Esta vez no voy a elogiar la
gastronomía del viaje. La verdad es que a no ser que tengáis curiosidad por
saber de cuantas maneras se pueden desayunar unos huevos o con cuantos ingredientes
puede venir una hamburguesa, la gastronomía, salvo contadas excepciones, no dio
para más. El vino en cambio sí que está bien. Una tarde nos fuimos por la zona
de Wine Country. Merecía la pena ver el color amarillo de los viñedos por las
hojas secas tras la vendimia. Allí, en las bodegas, por unos 15$ te ofrecen
catas de vinos de los cuales, aunque con distinto veredicto, todos merecen el
aprobado. Además sale barato si como a nosotros se les olvida cobrarte
(entiendo que como señal de amabilidad por su parte), gesto ante el que no
pusimos ningún pero en señal de respeto a las costumbres locales.
Bueno, lo voy a dejar aquí que me
estoy extendiendo en detalles y en el fondo no hace falta extenderse tanto para
concluir que sin duda es un viaje que merece la pena. Ha superado con creces
todas mis expectativas, que ya eran altas… Volveré a hacer otra rutilla…
Por cierto... Esto del jet lag... ¿Era necesario?